jueves, 9 de julio de 2009

at. Tribuna de PERIODISTAS



EL CORONEL TIENE QUIEN LO MATE-JOSÉ MOLDES Y EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Por Nestor Genta
"Desde el último individuo del ejército hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor, pero debo recomendar muy particularmente al coronel don José Moldes, que me ha acompañado en todo, me ha ayudado y manifestado un ánimo heroico y el deseo de salvar a la patria". Parte de Manuel Belgrano luego de la victoria de Tucumán Hoy es 9 de julio. Preparo mi barbijo, me baño en alcohol y salgo a recorrer la ciudad. Me encamino para el lado de Colegiales. Soy un apasionado de las nomenclaturas-homenajes que se dan a las calles, a las plazas y a los monumentos. Me detengo, levanto mi cabeza y leo: Moldes. Busco en mi memoria larga y recuerdo que este Moldes tiene algo que ver con la Independencia. Es más, en mis investigaciones sobre la llamada "otra historia" lo tengo como un patriota un tanto olvidado. Aprovecho este día para relacionarlo con el Congreso de Tucumán. Su figura es de temer para el centralismo porteño y le pelea palmo a palmo la candidatura a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo. Pero ¿quién es este patriota maltratado que muere en circunstancias misteriosas? De familia aristocrática, hijo del Alcalde Antonio Moldes y González, y de doña Antonia Fernández de Loira y Arias Velázquez, nace en Salta el 1 de enero 1785. Siendo joven, en 1803, lo envían a completar su educación a España en donde se incorpora como cadete en el regimiento de la Guardia de Corps, cuerpo de la Casa Real, integrado por elementos españoles, flamencos, italianos y americanos de noble estirpe. En Madrid, se encuentra con compatriotas -Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, y su futuro rival, Juan Martín de Pueyrredón- e integra la mentada logia secreta que tiene como fin liberar a hispanoamérica. Tipo de honor y carácter, pasa a la fama cuando en Madrid se enfrenta con un bravucón francés que lo ofende. Se cuenta que en un agasajo, el general Augusto Requiers expresa con sorna que las tropas de Napoleón podían someter sin inconvenientes a España y a sus colonias. Moldes le responde que no sería tarea fácil ya que los ingleses, en dos oportunidades, atacan Buenos Aires y salen perdidosos. El galo le contesta que si bien los ingleses sirven de poco, él no puede entender como son vencidos por una turba inculta. El salteño, ni lerdo ni perezoso, le pega una trompada. La sangre va a llegar al río. Se acuerda un duelo para la madrugada siguiente. Allí Moldes lo hiere de muerte. Parece ser que por esa actitud de honor y valentía, el rey lo asciende al grado de teniente. Invadida España por las tropas napoleónicas, Moldes teme por su patria. Cae prisionero del mariscal Murat, pero logra escapar en 1808. Llega a Londres y pide ayuda al ministro George Canning, quien en principio lo apoya pero luego acuerda con España para enfrentar al primer foco, que es Francia. El oficial rioplatense regresa al Río de la Plata en enero de 1809. Se junta con los revolucionarios locales y le narra la situación desesperante que corre España. Para propagar las ideas del grupo es enviado a Córdoba, Santiago del Estero, Salta y al Alto Perú. El 26 de julio de 1810, es nombrado teniente gobernador y subdelegado de la Real Hacienda de Mendoza. Allí se le explica que no hay mala intención hacia su persona, pero que los cuyanos quieren lograr una región autónoma -dependen de Córdoba- y si lo aceptan como gobernante no lograrían su cometido. Moldes acepta la moción y provoca la ira de Pueyrredón, por entonces gobernador intendente de Córdoba. Su paso por Mendoza es positivo: les consigue un médico de Buenos Aires, logra mantener el orden y realiza un censo. También, levanta un foco contrarrevolucionario y envía engrillados a los rebeldes a la capital. Confisca los bienes de estos realistas y los vende en subasta pública. En octubre de 1811, es nombrado mayor general del Ejército Auxiliar por el Triunvirato. No logra organizar a su gusto a los insubordinados oficiales y renuncia. Cuando Manuel Belgrano toma el mando, el salteño deja de lado sus afrentas personales y pide la reincorporación. Se luce en 1812, en la Batalla de Tucumán, y es designado por Belgrano para que pida la rendición del ejército enemigo a las órdenes de Juan Pío de Tristán y Moscoso. Un tiempo después, le ordenan viajar a Buenos Aires para asumir la función de intendente general de la policía de la ciudad. El 31 de enero de 1813, integra una banca por Salta en la Asamblea General Constituyente. En noviembre, ocupa el cargo de presidente de esta. Asimismo, por sus condiciones militares, se lo pone al frente del Regimiento de Granaderos de Infantería. Luego, se lo destina a la Banda Oriental para que enfrente a los españoles. Así, interviene en el sitio de Montevideo. Cuando se reinician las sesiones legislativas en Buenos Aires, se opone al proyecto de Posadas y del oficialismo de rendir pleitesía al restaurado monarca Fernando VII. Los considera traidores a la revolución americana. Cuenta el mismo Moldes: "En octubre se abrieron las sesiones de la asamblea, y movido de los sentimientos que me imponía mi obligación y honor, que me es imprescindible, no puede menos que oponerme abiertamente a las iniquidades que proponía el gobierno; de cuyas resultas fui sorprendido el 12 de noviembre de 1814 y sepultado en Patagones como un vil criminal, cuando la verdadera causa de mi atropellamiento y abandono de mi familia en un país extraño fue mi oposición a un crimen que advertía".[la negrita no pertenece al texto original] Sus desdichas no quedan allí. Debido al apoyo que tiene de varias provincias que lo proponen como Director Supremo, Antonio Saénz y Pueyrredón encomiendan al sacerdote Pedro Ignacio de Castro Barros para que convenza al coronel Martín Miguel de Güemes de que retire su apoyo a su comprovinciano. A cambio, le ofrecen dinero, municiones y armas.Es tal el encono que los intentan desprestigiar desde impresos y periódicos. Por ejemplo, Fray Cayetano Rodríguez compone este soneto: "Moldes, joven procaz, desvanecido. / Narciso de ti mismo enamorado; / Joven mordaz, de labio envenenado, / Enemigo del hombre decidido. / Caco desvergonzado y atrevido; / Ladrón de famas; genio preparado / A tirar piedras al mejor tejado, /Siendo el tuyo de vidrio percudido. / Víbora de morder nunca cansada; / Sanguijuela de sangre humana henchida; / Espada para herir siempre afilada: / Sabe que una cuestión hay muy reñida / (De tu alma negra claro testimonio) Cuál de los dos es peor; tú o el demonio". Como también el nombre de José de San Martín sonaba muy fuerte para ocupar la primera magistratura, el mismo grupo enemigo de Moldes encomienda a Tomás Godoy Cruz para que ofenda al Libertador a través dos cartas. No les da importancia y sostiene que está libre de remordimientos en su conciencia. No conformes los porteñistas con atacar a Moldes, también quieren eliminar del Congreso de Tucumán a los otros representantes salteños: Mariano Joaquín Boedo y José Ignacio de Gorriti. En Salta, se resuelve ratificar a los tres congresistas. El ensañamiento contra Moldes continúa acusándolo -sin pruebas- de traidor. Para el educador y periodista José Manuel Estrada "el directorio fue la personificación normal y ejecutiva de su espíritu, y se consagró enérgicamente a preparar la fundación de un régimen aborrecido por los pueblos y opuesto a la única vía de organización que la naturaleza les depara. Pueyrredón fue elegido en lucha con la candidatura de D. José Moldes, representante contemporáneo de una bandera política destinada a hacer inmenso camino en el porvenir".[la negrita no pertenece al texto original] El 3 de mayo de 1816, el Congreso designa a Pueyrredón como nuevo Director Supremo. El temperamental Moldes se indigna y manifiesta que esos congresales "han dado puñaladas a la entraña de la patria". En 1817, aunque sea imposible de comprender, hasta Belgrano se equivoca y envía a Moldes engrillado a Chile. El gobierno de Pueyrredón cae en desgracia. Este hecho lo aprovecha Moldes para escapar de Chile y regresar a su patria en 1820. Según los historiadores del "Instituto Güemesiano de Salta", este patriota muere envenenado en Buenos Aires el 18 de abril de 1824, cuando investiga delitos cometidos en la hacienda pública. Para Martín Gabriel Figueroa Güemes, tataranieto del prócer salteño, José Moldes es el Apóstol de las ideas emancipadoras.
Néstor Genta
Buenos Aires - Argentinainfo@PeriodicoTribuna.com.ar

SE DECLARA LA INDEPENDENCIA El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán resolvió tratar la Declaración de la Independencia. Presidía la sesión el diputado por San Juan, Juan Francisco Narciso de Laprida.El secretario Juan José Paso leyó la propuesta : preguntó a los congresales "si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli". Los diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno espresaron su voto afirmativo. Acto seguido, firmaron el Acta de la Independencia .Afuera, el pueblo celebraba. Terminada la sesión, se realizaron diversos festejos públicos.Al día siguiente, el Congreso ascendió a Pueyrredón al cargo de brigadier.El 19 de julio, en sesión pública, quedó acordada la fórmula del juramento que debían prestar los diputados y las instituciones : "Juráis por Dios Nuestro Señor y esta señal de cruz, promover y defender la libertad de las provincias unidas en Sud América, y su independencia del Rey de España, Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y toda otra dominación extranjera ? ¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la patria, el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama ? Si así lo hiciereis Dios os ayude, y si no, El y la Patria os hagan cargo".El mismo día, en sesión secreta, el diputado Medrano pidió que de pasarse al Ejército el Acta de la Independencia y la fórmula del juramento, se agregase "y de toda otra dominación extranjera" -expresión que no figuraba en el texto aprobado originalmente en la sesión pública- debido al rumor de que el Director y el Congreso se disponían a entregar el país a los portugueses.El 21 de julio la Independencia fue jurada en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, en presencia del gobernador, el general Belgrano, el clero, las comunidades religiosas y demás corporaciones.

at. EVA BERTY( cómo nos ven...)

PÁNICO EN ARGENTINA

Hoy a las 18:05 La Vanguardia (España) - 08-Jul-09 - Ciudadanos-OPINIÓN-Pánico en Argentina
Se han cerrado teatros, cancelado actos, hay más de100.000 afectados, y se han superado los 60 muertos
por Pilar Rahola
Escribo recién llegada a Argentina, donde se percibe una histeria popular con la gripe A. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que se han cerrado los teatros, se han cancelado los actos públicos, hay más de 100.000 afectados, y se ha superado la barrera de los 60 muertos. Preguntada por ello en el prestigioso programa de Marcelo Longobardi en Radio 1, mi respuesta ha avalado la gestión española de la crisis. Tanto la consellera Marina Geli, como las autoridades centrales, estuvieron al pie del cañón desde el primer momento, la información fue transparente, la ciudadanía observó una gestión seria y, el presumible pánico colectivo se abortó de raíz. Más allá de la lógica opositora y de contingencias concretas, tanto el Gobierno español, como los autonómicos, hicieron lo que parecía más serio y correcto. Sinceramente, creo que lo hicieron bien, teniendo en cuenta que nos enfrentamos a una pandemia de comportamiento desconocido. También es el caso en México, donde el propio presidente se puso a dirigir la lucha contra esa variante nueva de gripe y la rápida reacción de su Ejecutivo fue clave para controlar el problema. En Argentina, en cambio, se cometieron tantos errores, que la suma de todos ellos podría figurar como estudio en ciencias políticas: "Lo que nunca se debe hacer, para gestionar correctamente una crisis sanitaria". O, mejor aún, "cómo cometer todos los errores del manual", empezando por el más grave: la mentira.El gabinete Kirchner mintió sobre la dimensión de la crisis sanitaria, mintió tanto, que hoy los argentinos desconfían completamente de su gobierno, y no saben a qué se enfrentan. Y esa es la peor de las situaciones cuando ataca una pandemia. Las cifras son rotundas. Durante la campaña electoral, y con el aliento de la presumible derrota en el cogote, los Kirchner tuvieron un evidente ataque de pánico, y redujeron el grave problema argentino a 1.500 personas afectadas. Es decir, despreciaron la obligación democrática de decir la verdad a los ciudadanos, impusieron, por opacidad, un toque de queda informativo, no crearon el necesario equipo de urgencia público, y motivaron el caos posterior. Después de las elecciones, la cifra pasó de los 1.500 a los 100.000 de golpe, y así, sin anestesia, los argentinos supieron tres cosas: que su gobierno había jugado con una crisis sanitaria, por interés personal; que había mentido informativamente; y que el país sufría una pandemia de primera magnitud. Para rematar, en plena crisis, la presidenta se fue de paseo a Honduras, a salvar a los hondureños de sí mismos, haciendo buena la frase que dice que "quien no tiene trabajo, peina el gato". Resultado final: miedo colectivo, crisis turística, desconcierto ciudadano y un gobierno en caída libre. No lo hacen peor porque no se entrenan.