viernes, 18 de julio de 2008

at. Miriam Tatángelo


at. Inés Holtz



Cristina con Cobos y el Gobierno con la gente”
¿Qué ocurría aquel día?
Cristina había pedido "no tentarse con hegemonías excluyentes". Ante un auditorio repleto, la senadora presentaba la fórmula oficial, repasando los alcances del espacio político que encabezaba junto a Julio Cobos y la plataforma electoral. El Presidente se mostraba emocionado. Ante su presencia y la de todo el gabinete nacional, la fórmula de la Concertación Plural que buscaba la Presidencia argentina en octubre, se lanzaba formalmente ante 8.500 mil personas. Vestida de color rosa, la senadora Fernández de Kirchner tomó la palabra luego del discurso del candidato a vicepresidente, Julio Cobos, y un video introductorio encabezado por Mercedes Sosa y Teresa Parodi.



“Sé que muchos se preguntaron aquel 25 de Mayo qué era eso de la Concertación. Es el resultado de una reflexión, de un análisis de las cosas que nos han pasado a los argentinos”, fue la reflexión inicial de Cristina. Creo en la responsabilidad que significa no tentarse con la hegemonía excluyente y tener el ejercicio de profundizar un modelo que le cambia la vida a los argentinos", agregó.
Así, Cristina Fernández agradecía a los militantes de origen radical que participaron del acto y les dijo: “Muchas veces el desencuentro de las representaciones políticas sirvió para frustar a los argentinos. Por eso, esta Concertación quiere articular representaciones políticas y sociales que superen viejas antinomias”. También repasó los logros de la administración encabezada por su esposo y, señalando al presidente Kirchner -que se mostró muy emocionado-, dijo: “Ese hombre que está sentado allí cuando comenzó su gestión decidió que la Historia debía cambiar”.
"Por nuestros abuelos. Por nosotros. Por todos. ¡Adelante Argentina! Éste no es el proyecto de Cristina Presidenta. Ésta es la Concertación Plural", completó la senadora. El gobernador de Mendoza indicó que el objetivo del binomio es “conformar un proyecto común, porque la hora así lo exige para conformar un futuro mejor para los argentinos”. “Concertación no es amontonar, es buscar ideas comunes y principios dentro de la pertenencia que cada uno tiene”, enfatizó. “Ha llegado el momento de construir una bisagra y liderar políticamente de una forma distinta, proyectando un país en serio, a largo plazo…”, agregaba aquel día.

DEMOCRACIA
por Jorge Lanata
Escribo estas líneas a las 4.27 de la madrugada. Hace unos minutos el vicepresidente dijo que no. Dijo lo lógico, lo que cualquiera de los cientos de miles que miraban por la televisión hubiera dicho: el país está partido. Quise adivinar a Cristina, en ese momento, en Olivos, pero mi imaginación fracasó.
El tablero del Senado arrojó: 72 presentes, 0 ausentes; 36 votos afirmativos, 36 negativos, 0 abstenciones. (Télam)
El rostro desencajado, las contorsiones en el sillón y el nudo en el que se transformó el jefe del bloque oficialista Miguel Pichetto también quedará en la antología del Senado: sufría como en una final del mundo por penales, se frotaba las manos, buscaba algo en su bolsillo una y otra vez y pensaba –seguramente– en los insultos que acababa de escuchar del presidente Kirchner por teléfono, mientras lo hacía único culpable de todo.
A las cuatro y diez Cobos pidió, antes de que se ratificara la votación y se viera compelido a desempatar, el uso de la palabra. Desde pasada la medianoche circulaba un rumor que, en ese momento, comenzó a sonar verosímil: Cobos vota que no y renuncia –me dijeron dos fuentes distintas hablando desde dentro del recinto–. Cobos comenzó a hablar pausado y refirió a un viejo incidente durante su colimba en el Sur, en años del conflicto por el canal de Beagle.
Hablaba lento, y desde el corazón. Estaba nervioso, pero no hacía mucho por ocultarlo. Todo el recinto del Senado lo escuchaba en un silencio religioso. Verlo fue conmovedor: había ahí una persona; entre tanto animal político, negociador de raza, vendedor profesional de ilusiones, había aparecido una persona que podía decir con pudor que tenía miedo, que vivía contradicciones.
Un antropólogo hablando en medio de la tribu de zulúes que estaba a punto de meterlo en la olla hirviente. Dijo lo lógico, lo que cualquiera de los cientos de miles que miraban por la televisión hubiera dicho: el país está partido, una ley así no vale la pena, hay que consensuar, no se muere nadie, etc., etc. Pichetto se retorcía como un cascabel con dolor de estómago. Pidió un receso. Un cuarto intermedio para encontrar una solución.
El delegado de K citó la Biblia: –Hagamos lo que haya que hacer, y que sea rápido.
María Eugenia Estensoro agradeció la sinceridad de Cobos y le dijo que le hubiera gustado acompañarlo en el receso. El resto quería sangre.
Cobos volvió a hablar. Más lento aún. Dijo que no era un traidor. Dijo que creía que Cristina iba a entenderlo. Quise adivinar a Cristina, en ese momento, en Olivos, pero mi imaginación fracasó. Después dijo que No. Una persona les dijo que No. Fue increíble.