lunes, 11 de mayo de 2009

at. Fundación Creavida

Este año la consigna que celebra la semana internacional del parto respetado es un llamado a la reflexión sobre el creciente número de cesáreas en el mundo.

"POR LA URGENTE DISMINUCIÓN DE LAS CESÁREAS INNECESARIAS".En acompañamiento a esta convocatoria apoyamos desde la Fundación Creavida el acto que se realizará el miércoles 13 de mayo en la Legislatura porteña y comparte con ustedes dos textos. Uno fue publicado en el número 6 de nuestra revista . El otro es una carta que Michel Odent nos envía desde Londres participando de este modo con su presencia al dialogo al que invita la celebración de esta semana en nuestro país.

Los saludamos cordialmente
Grupo Creavida
" Durante millones de años las mujeres no podían tener bebés sin liberar un coktail hormonal que la ciencia moderna presenta como un "coktail de hormonas del amor". Todo esto debe ser reconsiderado desde que la cesárea se ha vuelto una intervención rápida, fácil y segura. Lo que fuera una forma maravillosa de salvar ocasionalmente un bebé en peligro, está convirtiéndose, a escala planetaria, una forma habitual de parir. Es como si la inteligencia humana hubiera convertido en inútiles a las hormonas del amor en este periodo critico que es el nacimiento. Las preguntas se hacen hoy en términos de civilización y del futuro de la humanidad. La discusión de leyes podría ser una forma de participar en la iniciación de una necesaria toma de conciencia"

de Michel Odent para la Fundación Creavida en la semana del parto respetado

at. Silvia Zaffirio

La FAO acaba de publicar una lista muy ilustrativa de países víctimas de la crisis alimenticia actual: 21 en África, 9 en Asia, 5 en América Latina, 2 en Europa (Moldavia y Chechenia). Estas dos últimas décadas, el hambre había sido si no vencido por lo menos reducido significativamente. Hoy, con la crisis del sistema económico internacional, la hidra del hambre ha vuelto a amenazar a la parte más débil de la humanidad. En los próximos veinte años, 1.200 millones de personas van a tener hambre, o sea, 600 millones más que hoy en día. Conocemos las razones de esta catástrofe humana y sabemos sus consecuencias sobre el tejido socio-cultural: nuevas pandemias, caída de la escolarización, aumento de las desigualdades, sobre todo entre géneros, desplazamientos de poblaciones anárquicos e incontrolables, motines, represiones, guerras tribales por el reparto de las tierras y del agua, etcétera.La causa más importante no tiene nada que ver con la pobreza 'natural' de estos países, sino con el sistema económico internacional y el (no) reparto de las riquezas dentro de cada país. El cambio climático, el aumento de los precios de los cereales, en particular del trigo, del aceite, sin hablar del azúcar, de la harina, y de todos los productos de primera necesidad, ligados a la competición económica entre países productores y países ricos compradores, ha transformado de repente la situación internacional. El auge del precio del petróleo hace que la situación haya alcanzado un nivel inquietante. La crisis actual del sistema financiero internacional ha radicalizado esa situación. La especulación salvaje (no hay otra palabra) ha generado una huida masiva de los capitales, que fueron a 'refugiarse' en la especulación sobre el precio de las materias primas, provocando a su vez un auge de los precios. Además, las inversiones de los propios productores agrícolas en los agro-carburantes están creando una situación nueva e inimaginable hace solo diez años. Más de 100 millones de toneladas de cereales han sido utilizadas para fabricar etanol y biodiésel, lo que significa que estos países prefieren producir agro-carburantes para venderlos a precio de petróleo en detrimento de culturas con vocación de nutrir la población. Más grave, todavía: el sistema comercial de los productos de la tierra está totalmente entre manos de unas pocas multinacionales, que imponen precios de monopolio.con el crecimiento demográfico de la población mundial, hoy en día más de 7.000 millones de habitantes y la perspectiva de 9.000 millones en 2050, se necesita, para evitar el hambre, una verdadera revolución agrícola mundial. Pero esta no puede seguir la misma vía que la de la industrialización de los campos en el siglo XX, pues el planeta no podrá asumirla por razones ecológicas muy bien estudiadas menos química, más ecológica, más precisa, utilizando los suelos de manera mas respetuosa, controlando el tratamiento de los desperdicios, optimizando el agua, todos estos retos condicionan la lucha en contra del hambre en el planeta.Se ve que la crisis es profunda. ¿Qué hacer? Por supuesto, no hay soluciones milagrosas. El director del Banco Mundial, Robert Zoellick, llama a la creación de un 'plan mundial' para afrontar estos retos.Lo más importante, hoy en día, es actuar a todos los niveles; primero ayudar urgentemente los países en situación grave, con un fondo internacional y sobre todo con una movilización internacional para bajar los precios en los países más pobres. Eso se puede organizar, incluso con un sistema de compensaciones en estos países (por ejemplo, reducción de la deuda a cambio de inversiones agrícolas); segundo, imponer unas reglas en la OMC para controlar la liberación de los precios y al mismo tiempo abrir los mercados de los países ricos a los productos de los países en vía de desarrollo. Tercero, y es lo más importante, ayudar a las inversiones en la ciencia y la genética de los productos de la tierra. Todo eso implica una toma de conciencia mundial. Pero podemos apostar que, sabiendo lo que hay y lo que va ocurrir, poco se va hacer para evitar lo peor. Es que nuestro sistema económico mundial es ciego y no conoce nada sino el provecho inmediato. Sami Nair