jueves, 4 de febrero de 2010

at. CNST

Viajemos más felices, LAPA está en Paz (Sobre la expiación de culpas otorgada a funcionarios y empresarios)



Subirse a un 737-700 marcaba la diferencia. Solo la mitad de la Pista de Aeroparque le bastaba para despegar silenciosamente. Con, como mucho, un té diminuto como todo servicio a bordo y unos cuantos ahorros más, LAPA había logrado tener esa flota y volar a casi todos los destinos.
Los pasajeros se quemaron, pero no fue por la temperatura del té, precisamente.
El Conductor del Doble Piso blanquiceleste de Marzo de 2008, en Dolores, podrá seguir mandando SMS’s a 130 Km/h con su pasaje completo y en medio de la noche sin ningún cargo de conciencia ni temor a reprimenda alguna. Su Patrón, su Gran Patrón, tanto más tranquilo podrá descansar.
El Conductor del Regional de California, también podría enviar SMS’s, pero ya no desde el tren repleto de pasajeros por la vía única mientras viene un carguero de frente, sino desde algún lugar en el cielo o el infierno. En aquel Sistema Judicial del Norte, si hubiera sobrevivido, solo lo podría haber hecho con un celular prestado por algún novio carcelario…
Aquella petrolera podrá seguir contratando Conductores desquiciados sin temor a que en el zigzagueo al Paso a Nivel, un tren de pasajeros lo haga volar por los aires junto con su propia vida y la de los dos maquinistas. En la Tierra, todos podrán estar tranquilos mientras miles de personas observan (por dos años), el esqueleto de la locomotora tirado a un costado de la Ruta Nacional Nro 205.
Hoy, un inversor pretroquímico puede estar tranquilo que el diario accidente de derramar cianuro, plomo o mercurio en la cloaca de sus plantas, para el Juez será un mero incidente técnico con la responsabilidad limitada al puesto laboral del Supervisor a cargo (SI LO DESCUBREN).
67 Almas saben que sus conscientes verdugos podrán dormir en sus suites sin sobresaltos. Cada pasajero de un medio de transporte público, sea taxi, combi, micrómnibus, tranvía, metro, tren, avión o barco, sabe que no necesita perder su tiempo llamando al “0800-EL ESTADO DICE QUE TE CUIDA”, ni horas de su vida tratando de encontrar una oficina de la Autoridad correspondiente, ni, mucho menos, conocer la cara de alguien de la empresa transportadora, pues no servirá jamás de nada su denuncia, su pedido, su opinión.
Hoy, Señores Jueces, nos han confirmado que da lo mismo subir a una combi trucha de Laferrere, que a un 747 de la Aerolínea de Bandera. Las responsabilidades de “La Empresa” por sus acciones jamás recaerá sobre persona física alguna. Tanto más en vano serán nuestras denuncias.
Junto al Calefón ustedes han depositado la confianza de todos los pasajeros de medios públicos y privados de la Argentina. Gracias por todo.


Febrero 4 de 2009 - Jorge de Mendonça - DNI 1.81.615 - Ingeniero White - Buenos Aires

at. AGENCIA DE NOTICIAS PELOTA DE TRAPO(APe)

Escándalo



02/02/10
Por Claudia Cesaroni
(APe).- Lo primero que hay que definir es el tiempo verbal que se va a utilizar. ¿Se escribe, por ejemplo: “Luciano tenía 16 años…”, o se prefiere: “Luciano tiene 17 años”? En la noche del 30 al 31 de enero de 2009, Luciano Nahuel Arruga tenía 16 años. Esa fue la última vez que su mamá lo vio, cuando la saludó porque iba a salir un rato, y ella le dijo como casi universalmente les dicen las madres a sus hijos adolescentes: Ojo, eh? Portate bien…; y Luciano le respondió lo que casi universalmente responden los hijos adolescentes: Sí, má. Quedate tranquila, está todo bien.
Y nunca más lo vi, dice su mamá.
A partir de allí, empiezan las dificultades con los tiempos verbales.
Hace un año y unos días que ni la madre de Luciano, ni su hermana Vanesa, ni el resto de su familia, ni sus amigos del barrio, saben dónde está. Quién quiera puede visitar la página lucianoarrugadesaparecido.blogspot.com Allí se explica con precisión cómo Luciano había sido tentado por la policía para robar; cómo había sido golpeado en el Destacamento de Lomas del Mirador, un lugar con aspecto de casa de barrio, donde lo tuvieron detenido ilegalmente durante horas en una cocina, en setiembre de 2008; cómo se perdieron cuarenta y cinco días preciosos, los primeros después de su desaparición, por la inacción judicial encarnada en la fiscal Roxana Castelli, luego suplantada por la fiscal Celia Cejas, que sí se orientó hacia la pista policial, pero que no encontró elementos para imputar por la desaparición de Luciano a ningún policía. Los que habían sido puestos en disponibilidad, volvieron a sus puestos por orden del ministro de seguridad Carlos Stornelli. Daniel Scioli, tan preocupado por la seguridad de los bonaerenses, jamás recibió a la familia y a los amigos de Luciano, bonaerenses que a los ojos del gobernador, parecen no alcanzar el rango de víctimas aceptables como para que decida atenderlos.
El 29 de febrero de 2009, Luciano cumplió/cumpliría 17 años. En pocos días más, Luciano alcanzará/alcanzaría, su mayoría de edad.
Pero está desaparecido. No es uno de los 30.000 de la dictadura. Es, como Jorge Julio López, un desaparecido en democracia. La desaparición de Luciano, como la de Julio López, debería ser un escándalo cotidiano, pero apenas si consigue algunas notas de aniversario, en las que ni siquiera sabemos cómo hablar de él.
Sólo repetir: Aparición con vida!