viernes, 16 de mayo de 2008

at. Ana Granado desde Lincoln


los ruralistas de Bragado SE MOVILIZARON contra las retenciones
Los tractores vienen marchando
La caravana de máquinas agrícolas y camionetas llegó hasta la puerta de la municipalidad. Le pidieron al intendente K que aceptara un petitorio. El funcionario dijo que el Gobierno “tiene que sentarse a discutir”.
Plaza. Los tractores llegaron rodeados de vecinos hasta el centro de Bragado.
“Vamos, vamos que ya arrancan”. Son las 11.30 de la mañana y en el cruce de la ruta nacional 5 y la provincial 46, todo lo que tiene ruedas empieza a moverse y todo lo que estira las piernas sobre el pasto ralo de las banquinas se sube a los vehículos. Como por arte de magia, tractores, fumigadoras, camionetas de las concesionarias de maquinaria agrícola y camiones de transporte de cereales se alinean en una columna lenta y colorida, que –
capitaneada por la Sociedad Rural de Bragado (enrolada en la CRA) y la Federación Agraria– enfila hacia el centro de la ciudad para exigirle al intendente Aldo San Pedro, el más acérrimo y descollante de los alcaldes kirchneristas de la cuarta sección electoral, que reciba un petitorio y defina su postura sobre las retenciones de una vez por todas. “El campo de pie. De rodillas nunca, señor presidente”, es la consigna dominante, y la repetirán luego los oradores frente a la intendencia. Quizá suceda eso porque ese partido de 43 mil habitantes –que aporta 95 millones de dólares en retenciones pero maneja un presupuesto municipal de 10, sobrevive gracias a la soja, el trigo, el maíz, algo de ganado, siete tambos y donde las mayores extensiones de tierra tienen entre 150 y 400 hectáreas– se cree tributario de un mito original que habla de un caballo salvaje que antes de dejarse enlazar prefirió saltar al abismo.Antes de partir, Carlos Riano, productor vinculado con CRA y uno de los organizadores del “tractorazo”, zigzaguea sobre la ruta llevando una pequeña bolsa de papel madera en la mano. Rebusca en el fondo del envoltorio y entrega su contenido a los manifestantes. Son escarapelas, lo único abundante en esa concentración en la que no se ven mujeres elegantes, niños rubios y hombres enfundados en ese estilo “nuestro”, tan flagrantemente copiado a los ingleses. Quien esperaba encontrar allí, al borde de la ruta, el estereotipo que difunden las talabarterías de lujo se iba a equivocar de medio a medio. No aporta al physique du rol, por ejemplo, Martín Cortés, 34 años, dos hijos, nacido en la localidad, tractorista de oficio. Gana 1.200 pesos mensuales o algo más “según cómo sea la campaña”. Habla distraído, pendiente de la columna que empieza a andar: “Yo lo único que le puedo decir es que si no trabajo en el campo, me muero de hambre”. Darío, un veinteañero que suda la gota gorda en la cabina de su doble tracción, propiedad de Rural Bragado, la concesionaria de maquinaria agrícola que fabrica Roque Vassalli, tampoco se compadece con el estilo country. “Bajaron las ventas, mucho –subraya el muchacho–. En fábrica también bajaron”. Los tractores lideran el contingente; los escoltan las fumigadoras y los camioneros –“los transportistas”– van en la retaguardia.El pueblo de Bragado espera en la plaza. Al principio son grupitos dispersos en las esquinas. Los concejales del radicalismo (segunda minoría desde que el Frente para la Victoria, con San Pedro a la cabeza, se quedara con el triunfo por 500 votos) están plegados a la rebelión agraria.Esperamos que el intendente salga a recibir a la gente, que no es sólo la del campo, es toda la comunidad”, explica Vicente Gatica. Su correligionaria Graciela Amoca es menos diplomática: “San Pedro debe responder a su comunidad, no a la billetera de la Presidenta”. La bronca contra el intendente es fenomenal: San Pedro es, además de lord mayor de Bragado, presidente del Partido de la Victoria a nivel provincial, no tiene raíces campesinas, era sindicalista de Acerías Bragado, debutó en política con el Frepaso y es kirchnerista de la primera hora, aunque –comentan– mantiene una vieja, sorda y enconada pica con Carlos Kunkel, oriundo del partido, si bien se deja ver muy poco por sus pagos.Ahí, en la esquina de la iglesia, aguarda también el arribo del tractorazo el ex secretario de Agricultura de Raúl Alfonsín y ex intendente de Bragado Raúl Figueras. “¿Qué es esto de alegrarse porque el discurso del miércoles no fue agresivo? ¿Entonces la razón para ir a dialogar es que no te cascotean? ¿Qué necesitamos nosotros, que nos mimen?”, se indigna Figueras bajo un sol de justicia. La plaza se ha convertido en un hervidero, bonito y cuidado. El otoño matiza los árboles del amarillo al rojo y la gente busca la sombra de las pérgolas. De pronto, desde el fondo de la calle Carlos Pellegrini, se escuchan los primeros aplausos.Es que asoman los tractores. Son más de 150, rojos, verdes, amarillos, Fiat, Massey Ferguson, Deutz, John Deere, Valtra, modernísimos, de dimensiones imponentes y pequeños cascajos de museo. Las fumigadoras renuevan las palmas de los que a esa altura ya son unos miles. Junto a los conductores van las familias, jóvenes de aspecto rudo, críos entusiasmados con lo que parece –y es, al fin de cuentas– un desfile. Muchos agitan banderas argentinas, otros tienen colgadas pancartas que dicen “Kristina, ¿dónde está el gasoil?” (sic), o cargan un fardo de pasto con la leyenda “¿A quién se lo damos?”. Claro, porque vacas no hay. Un remolque carga un chancho vestido de celeste y blanco. Un trapo pintado con aerosol, explicita: “Así nos tiene Cristina. Atados”.El intendente no está. Se fue”, murmuran en la plaza. “¿Y entonces?”, pregunta uno. “Los tractores se van a quedar hasta que aparezca”.La caravana ha cubierto el perímetro de la manzana y se detiene. Desde una tribuna estrecha habla Fabio Macías, de la Sociedad Rural de Bragado. Enumera los puntos del petitorio: el cumplimiento de la Constitución, retrotraer las medidas hasta antes del 10 de marzo, revisar la Ley de Coparticipación Federal. Macías les habla a los vecinos pero su mensaje está dirigido al intendente de San Pedro.“No los queremos de rodillas –fustiga–, los necesitamos al frente” y agrega: “Nos mandan grupos de choque” y “Practican el ‘divide y reinarás’. Y reinarán, sí, pero no gobernarán”. El dirigente agrario reitera: “No somos golpistas, pero seguimos de pie, nunca de rodillas ¡Esto es Bragado, señores!¡Esto es Bragado!”. Los bragadenses se sienten eufóricos. “¡Vamos, Fabio!”, le gritan. “¡Puah! –se extasía un campesino recién salido de la adolescencia– ¡Que les está dando fiero!”.Contra lo que se presumía, San Pedro se encuentra en la intendencia y sale a recibir el petitorio. Habla, flanqueado por los ruralistas. Su discurso es monocromático: hay que “hacer esfuerzos para que se vuelvan a juntar. Soy uno de los oficialistas, de los que apoyan al gobierno nacional. Pero al Gobierno le hemos dicho: necesitamos que se sienten”. La gente aplaude, civilizada. San Pedro retorna a su despacho con aire de deber cumplido.De las retenciones, ni mú. Antes de la diáspora, antes de que el tractorazo toque a su fin y la columna regrese al cruce de la ruta 5 y la 46, los ruralistas piden un minuto de silencio. Lo dedican al diputado kirchnerista Darío Duretti, presidente de la Comisión de Agricultura de la Legislatura bonearense: desde que se inició la batalla contra el impuestazo, Duretti, chanchero de Bragado, ha hecho mutis por el foro.
Susana Viau