jueves, 11 de septiembre de 2008

at. María Milagros Olivera-

Agencia de Noticias Pelota de TRAPO
La calle y el día

Por Miguel A. Semán
I
(APe).- El viernes encontraron el cuerpo en el fondo de una casa de Spegazzini. Estaba apenas a cuarenta centímetros bajo tierra. Afuera, en la calle, nadie sabía en qué vereda pararse. Los vecinos estaban desorientados, el supuesto bueno había matado al malo
.
El chico civilizado apuñaló y enterró en el fondo de su casa al bárbaro del barrio, al jefe de “Los gitanitos”. A lo mejor alguna vez la muerte o la vida nos enseñen que no existe el barrio de los buenos y el campamento de los malos, sino sólo un suburbio con una sola calle de ida y vuelta. Una ciudad donde nadie somos todos y nada más que eso. Apenas unas víctimas, ni siquiera delincuentes. Sólo unos chicos que llegan y se van preguntándose los nombres.
II
Expertos en horrores, nos hemos vuelto ágiles para pegar el salto en el momento justo. Cuando rompe el hervor de la sospecha, apurados, cruzamos la calle para pararnos en la vereda de enfrente. Desde ahí señalamos la casa del asesino y un segundo después le estamos apedreando la puerta. Queremos que salga, que muestre la cara.
Que se sepa que no fuimos nosotros. Que quede bien claro que el monstruo no es nuestro. Que no son nuestros hijos. Son los hijos del paco. Los hijos de los hijos de la miseria y el olvido general. Los profetas de la propia destrucción. Los que según las encuestas ya saben que en los próximos años estarán muertos o excluidos. Y por lo visto nunca se equivocan.
Son los que conocen, casi con certeza, la calle y el día en que van a caer.
III
Dicen que uno tenía buenas notas y el otro ni siquiera iba al colegio. Uno era callado y prolijo, el otro casi un delincuente. Dicen que uno podía haber zafado, el otro venía condenado desde antes de nacer. Lo que nadie dice es que los dos, alguna vez, le prestaron los ojos al espanto. Cada uno por la suya y en su hora, habrá pesado los dolores y las risas, y supo que no le iban a alcanzar los días de la vida para saldar la cuenta.
IV
Laura, la novia del chico apuñalado, dibujó su biografía: “Nos criamos juntos y hasta nos drogábamos juntos. A él le gustaba la cumbia villera y era bien chorro. Era bajito, petiso, una pulga, más flaco que un alfiler. No iba a la escuela, él salía a robar y a molestar a la gente, a hacer sus cositas.
Lo que pasa es que se drogaba, tomaba de todo, mucho paco y por eso salía a robar. Estaba enfermo. Lo hacía por necesidad”.
No es un final con moraleja. No es la fábula del cántaro que tanto va a la fuente y se rompe. Es el poema final de una vidita. Es una biografía. Unos pocos renglones de ternura y un montón de páginas en blanco.

1 comentario:

Unknown dijo...

hola Aída,recorriendo blogs de escobar, encontré el tuyo y me interesó. si me lo permitis podría hacerlo asiduamente
También te invito a recorrer el mío y por supuesto me des tu opinión.
gracias desde ya!!!!!!!!!!!!!!